Batallitas SEO del abuelo Cebolleta, hoy: los enlaces.

Cuando hablamos de SEO, se nos llena la boca  hablando de las excelencias del contenido. El discurso no varía mucho: que si es el rey, que ha de ser fresco y original, que es el SEO que viene… en definitiva,  el no va más. Pero olvidamos que un contenido aislado no vale nada;  sin nadie que lo llame está condenado al olvido.

Batallitas SEO del abuelo Cebolleta

Foto de RTVE.es

Internet es una red de contenidos conectados, los links forman parte de su naturaleza. Google lo sabe y los utiliza como ingredientes para elaborar su mejor producto, los resultados de búsqueda. De hecho se basa en la cantidad y calidad de enlaces entrantes y salientes para otorgar un valor a cada página, que lo posicionará en mejor o peor lugar.

La lógica inicial del SEO, allá por el siglo XX,  era sencilla, cuantas más páginas web enlacen a ese contenido, más útil o relevante será. Y si muchos usan la misma palabra clave para referirse a él,  obviamente será el mejor resultado para ese término de búsqueda. Esto fue así durante un tiempo hasta que los SEOs nos empeñamos en acelerar artificialmente dicha relevancia. Se inventaron técnicas con nombres molones: Linkbaiting, generar contenido interesante para que otras webs te enlacen sin tener que pedírselo, y  Linkbuilding , conseguir enlaces como sea.

Proliferaron las granjas de enlaces (webs con miles de ellos sin otro propósito que el SEO), los intercambios interesados de links y los múltiples directorios. La participación en foros se multiplicó y usuarios con nombres variopintos como “coches baratos” o “Viagra a domicilio” coparon los debates de Internet.  Se creó un negocio alrededor de este concepto; con el que algunos se enriquecieron, mientras que otros, a día de hoy, están pagando caro (y por segunda vez) su falta de ética.

Google trató de frenar la fiebre fraudulenta de enlaces con la etiqueta “nofollow” que restaba valor a esos enlaces (o anulaba, según opiniones).  Comentar en foros o blogs que usaran esta etiqueta dejó de ser tan rentable.  Los SEOs no se rindieron y siguieron buscando formas alternativas de engañar al todopoderoso buscador.

El concepto de web 2.0, por el cual los propios usuarios son generadores de contenido, permitió crear “perfiles” en otras webs con enlaces a la nuestra. Muchas empresas se esforzaron en copar  innumerables redes sociales y páginas de perfiles que alimentaban con sus keywords estratégicas.

Google evolucionaba al  implementar “Panda”, una actualización del algoritmo que detectaba  y relegaba las webs de mala calidad. Pero el golpe de gracia llegó recientemente con el temible Google Penguin . A diferencia de Panda, Penguin rebaja la clasificación de sitios que violan las directrices para webmasters de Google. Fue  anunciado en abril del 2012 y fue presentado, en diferentes versiones, como una mejora que penaliza las prácticas de Black Hat SEO, o SEO deshonesto.  Una penalización relega tu página al fondo de los resultados y puede ser temporal o definitiva en función de la gravedad de la falta. En mi opinión, remontar un dominio banneado es más difícil que posicionar un nuevo proyecto.

Google castiga el abuso por repetición de palabras clave (Keyword stuffing), mostrar diferentes versiones  al usuario y al motor de Google (cloaking), y el contenido duplicado. Pero sobre todo, detecta las malas prácticas en el uso de enlaces. El predominio excesivo de un mismo  anchor text (texto del enlace), delataba una campaña de Linkbuilding  no natural. Muchos tiendas de comercio electrónico (e-commerce) se echaron a  temblar.

Y en eso estamos, porque la última versión (Penguin 2.0) se presentó en mayo del 2013. Aún no esta clara su repercusión, pero ya ha creado bastante polémica, por dudas en su eficacia.

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